Para el público de la reciente Novena Muestra de Nuevos Realizadores, el más atractivo suceso de la misma fue la proyección del documental Revolution, de la autoría de Mayckell Pedrero, que explora una parte del universo del dúo Los Aldeanos, el conjunto de rap más escuchado y publicitado en Cuba hoy.
La calidad del material no defraudó las expectativas de la heterogénea asistencia, y los jurados de la Muestra terminaron confiriendo a Revolution los premios de mejor documental, y mejor dirección y edición, en esa categoría. Por su parte, la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica y la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) del Instituto Superior de Arte, también otorgaron sendos galardones colaterales al material.

Desde temprano, el día de la presentación (jueves 25 de febrero), escuché a los acomodadores de un poco concurrido cine 23 y 12, cuchichear que lo bueno venía en la otra tanda: “Es el que espera todo el mundo”, decían. Y era cierto. A la hora de entrar, una multitud se acumulaba a la entrada de la sala. Los Aldeanos, verdaderos “pesos completos” de la cultura popular alternativa, convocan a diferentes tipos de gente, sobre todo jóvenes: raperos, universitarios de camisa por dentro, “repas”, “frikies”, patinadores, gente de lo más formal, gente muy chic, y otros muy under… La mayoría bajo el hechizo de esa suerte de rebeldía revolucionaria en estado puro que transpiran el B y Al2, los MC que forman el grupo.
En su dimensión formal, el documental es muy notable, y más aún puede considerarse si se hizo “al pecho”, con mínimos recursos, como casi todo el audiovisual independiente —y buena parte del institucional— en Cuba hoy. Deficiencias como algunos planos con el fondo “quemado” palidecen entonces  ante las virtudes de Revolution.
Pero para muchos quedó claro que los premios fueron a la película como producto artístico, pero sin dudas también se refirieron al tema mismo: el controversial discurso de Los Aldeanos.

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Una entrevista con Michel Matos, director de Rotilla Festival.
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Desde hace once años, en Cuba, a 60 km de Tropicana, hay otra fiesta —algunos dirán un Paraíso— bajo las estrellas… y bajo el sol, y bajo las estrellas y el sol nuevamente. Tres días de jolgorio ininterrumpido, en que la gente sucumbe al peso de horas brincando con house y techno, y sus cadáveres quedan sembrados en la arena como víctimas de un naufragio, a la espera de que los raperos más calientes exijan su resurrección con un “¡Puños arriba!”
Michel Matos,  fotograma del film Dancefloor caballeros (2006)
Esos tres días en que la música no para, miles de jóvenes conquistan una cabeza de playa, montan sus casas de campaña y cuidan el desembarco de una cultura aparentemente nueva y vanguardista. O quizás muy vieja, incluso primitiva,  tanto como las ganas del ser humano de sentirse libre, mandarlo todo lejos, y gozar.
La historia empezó en el verano de 1998, cuando Michel Matos y un grupo de amigos llegaron a Rotilla, una playita discreta al este de Ciudad de La Habana. Instalaron un sistema de audio a la sombra de los pinos y subieron el volumen a la música electrónica. Todo fluyó. No había un orden que seguir, solo buena energía e improvisación.
Al año siguiente repitieron. En cada nueva edición, se fue sumando público, seducido por el maratón que proponían los mejores DJs del patio. Cuando se dieron cuenta, ya tenían un festival, que al crecer se tuvo que mudar de escenario.
En agosto pasado, el Rotilla Festival congregó a unas 10 mil personas en Jibacoa, una preciosa playa del municipio habanero de Santa Cruz del Norte, para participar de una de las fiestas más experimentales, atractivas, y —sorprendemente— seguras de Cuba.
Sí, cuando empezamos era la anarquía total… en esa playita, con solo 150 o 200 personas —recuerda Michel—.   Bien distante de lo que hacemos ahora. Hoy quizás a alguien le parezca un locura, pero todo está mucho más organizado. Hay una estructura grupal, un respaldo económico y legal, y un programa artístico elaborado.

Michel Matos, coordinador de la promotora cultural independiente Matraka, encargada del Festival, vive en el Vedado. Las paredes de su casa retumban al pulso de una mixtura de techno y ritmos cubanos que las puertas no logran aprisionar.

Esa mezcla es de Joyvan —dice, refiriéndose a DJoy de Cuba, compañero en el empujón a la música electrónica—. Hay quien se pregunta si toda esta cultura que estamos promoviendo no es simple importación. Puede que no sea autóctona, pero ¿qué cosa es autóctona de aquí? Este país es transculturación.
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DS: ¿Cómo es la dinámica de organizar el Festival?
MM: Este año trabajaron 120 personas en producción nada más, sin contar artistas, músicos… La verdad es que a todo el mundo le fascina poner de sí en el trabajo. Resulta muy gratificante generar sin que haya una fuerza superior que te pare, porque por regla general no lidiamos con censuras, y la gente siente que tiene la carretera abierta adelante. La mayor parte de los que trabajamos en el Festival no cobramos, pero uno termina satisfecho, realizado.  Y esa es una sensación que se va contagiando.
Rotilla ha ido cogiendo fuerza, sobre todo en los últimos años…
Sí. En 2004, con una gira de 2 meses que hicimos por toda Cuba, el Festival tomó un nombre fuerte. La gira la financió un grupo alemán a cambio de los derechos de un documental que hicieron sobre esa misma travesía. Se llama Dancefloor caballeros. Para nosotros estuvo perfecto, porque nos lanzó en Cuba y también fuera. Es una lástima que la película no se haya podido exhibir prácticamente en nuestro país.

Muchas veces nos referimos a la “mayoría de edad”, esa prueba que sobreviene, acaso intempestivamente, y que nos exige una madurez de la que no nos sabíamos capaces. Mirar atrás nos demuestra, más tarde, que vamos en serio.

TELESUR-2No se equivoca Dmitri Prieto (*) cuando identifica la cobertura informativa al reciente golpe militar en Honduras —esa “payasada” criminal, en palabras del ex presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d’Escoto— como una inmejorable oportunidad para incluir la cadena Telesur de forma estable dentro de la oferta de la televisión cubana. Telesur probó al mundo, cuatro años después de su transmisión inaugural el 24 de julio de 2005, su mayoría de edad.
Hace pocos días pudimos apreciar algunas declaraciones de Mandelein García, una de las corresponsales que mantuvo en vilo a América Latina con su valeroso trabajo desde Honduras. No me sorprendió que la periodista equiparara lo que ha significado esa cobertura para Telesur, con el impacto que tuvo la primera Guerra del Golfo Pérsico (1991) para CNN, su competidora directa. Se considera que con esa transmisión desde el Medio Oriente, el canal norteamericano sentó cátedra y abrió una era baudrillardiana de transmisiones en vivo, tan espectaculares —y a veces tan vacías— como el peor Hollywood.

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Tantos en La Habana y toda Cuba han visto el famoso video en estos días, que ya desde hace rato no es noticia describir sus imágenes. La gente pregunta ávida: ¿Por fin? ¿Qué te pareció? Su contenido fue glosado hace meses en El País, replicado hasta la saciedad, y hasta algunos dicen (ay, malas lenguas…) que ya hay quien lo tiene digital y discretamente lo pasa de mano en mano. Al estreno lo llamaban «Los dioses rotos»…
Hace un tiempo apuntaba el preámbulo del caso (Detenido empresario allegado a Lage), y ahora refiero brevemente parte de mis impresiones, que no vienen tan documentadas como hubiera querido pues lo hago de memoria.
¿Qué vimos?
Cuatro segmentos de video. Uno sobre el “Caso Crucero”, en el que un empresario italiano (Alfonso Lavarello), de procedencia más dudosa que la masa cárnica, lograba establecer varios negocios con la Isla. Entre ellos que destaca un contrato de explotación de terminales portuarias abrumadoramente ventajoso para sí mismo, bajo la indolencia olímpica (complicidad) de varios funcionarios gubernamentales implicados (Carlos Lage, Martha Lomas, et al). Un desastre que costó decenas de millones de dólares al bolsillo de Liborio.
Observación: El mismísimo Lavarello redactó las secciones de la resolución que le daba durante 20 años privilegios de explotación de buena parte de los puertos de Cuba. Ni la Asamblea Nacional, ni el Partido Comunista, ni los sindicatos, ni los medios de comunicación se enteraron. Pasó frente a todos los implicados, fue firmado y acuñado y publicado en la Gaceta Oficial. Y ya. Un país ignorado, e ignorante de sus derechos. Una institucionalidad y un aparato legal tan extraordinariamente débil que espanta. Resulta imposible no recordar la facilidad con que los funcionarios del gobierno de la URSS se volvieron empresarios de la noche a la mañana en 1991, repartiéndose el kake con los capitales extranjeros cuando el derrumbe. Lee el resto de esta entrada »

Salgo del aula después de debatir un rato con estudiantes de 4to año de Periodismo sobre la comunicación pública en la Cuba de los 90.

El llamado “periodo especial” (aka. la crisis total que sobrevino al derrumbe del socialismo en los países del este) nos dejó rastros indelebles. Naturalizó en la vida cotidiana la decisión de emigrar, incluso la hizo una estrategia de sobrevivencia planificada en la familia. Desarrolló hasta límites inverosímiles la creatividad insular. Lo fraudes más extravagantes (un bistec de colcha de trapear en las playas de Marianao) se yuxtaponían a un sinnúmero de peripecias tragicómicas (un buffet elaborado exclusivamente con cáscara de plátano en un balance municipal del Partido Comunista). Llenamos la clase de anécdotas, no podía ser de otra manera.

¿Y ahora no viene otro periodo especial?

"Alicia..."() Para mi gusto, junto a "Madagascar" (1994), de Fernando Pérez, las dos piezas maestras del espíritu de los 90 cubanos en el cine.

"Alicia..."(1991) Para mi gusto, junto a "Madagascar" (1994), de Fernando Pérez, las dos piezas maestras del espíritu de los 90 cubanos en el cine.

Recordamos el film Alicia en el pueblo Maravillas, de Daniel Díaz Torres (dir.) y el grupo Nos-y-Otros (con Eduardo del Llano) en el guión. Los cubiertos encadenados a la mesa de la pizzería, el jabón detenido en el aire, asido a un alambrón sobre el lavamanos. Y traté de ponerlos en situación, recrear la imposibilidad de “producir” absurdo. Porque la gente del pueblo donde se filmaba decía: “¡Qué buena idea! Aquí hay que encadenar los cubiertos, verdad que a los artistas se les ocurre cada cosas…”

La crisis dejó las pautas de conducir la vida cotidiana de cabeza. Hoy vivimos, para bien y para mal, los ecos de entonces.

Recordamos la sensación tremenda de un grupo de hombres, solitarios en su mutua compañía, en la madrugada de la costa un verano de 1994. Y su destino trágico, afortunado, trivial. (Recordamos el documental Balseros.) Y los vítores, y los rezos a Yemayá de los vecinos.

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Desde hace un tiempo siento entre los estudiantes de Periodismo de la Facultad el interés creciente por explorar las posibilidades de la comunicación en la red. Van saliendo algunas tesis, realizan reportajes, varios se abren sus blogs, los mantienen actualizados, comentan y debaten probando sus argumentos y aprendiendo de los demás.
Unas amigas de 3er año de Periodismo (Lisset, Rosy y Maydelis) que preparan un reportaje sobre el asunto, me enviaron un cuestionario que tuve el placer de responder. Les pedí permiso para publicar el texto, que comparto aquí.
Imagino que su trabajo podremos verlo próximamente en Bloggerscuba.

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Por: Lisset Argüelles, Rosy Amaro y Maydelis Gómez

1)    ¿Cómo los blogs, desde el punto de vista periodístico, muestran la realidad cubana?

Daniel Salas: Bueno, un par de cosas antes. Para hablar de “los blogs” en general  tendría que haber leído mucho mucho. Eso no está pasando, por cuestiones de tiempo. También me parece que pedirle a los blogs cosas “desde el punto de vista periodístico”, es equivocar un poco el tiro. Porque los blogs sencillamente no tienen que cumplir con las obligaciones estándar del periodismo, amen de que varios de los que hacemos blogs seamos periodistas e innegablemente llevemos mucho de esa practica a la bitácora. Lo otro es que hablar de la realidad cubana es una falacia. Hay muchas “realidades cubanas”, y los que la ponen, defienden y critican en singular, muchas veces solo están demostrando su sujeción a discursos políticos que considero muy gastados, discursos supuestamente de izquierda o derecha. No importa. Lo que pasa es que cuando estás contando en un tono de complicidad lo que te pasa por la cabeza, a un grupo de gente que puede que a la larga incluso vayas conociendo y que entre sí se van conociendo (aunque sea a través de nicks), la ilusión (que sí funciona mejor en un medio tradicional) de realidad cubana simplemente se desvanece. Es la realidad de fulano, que trata de hablar por sí mismo. Así es por lo menos como yo lo veo, con mi experiencia de un blog con pocas visitas. Siendo honestos con nosotros mismos, es elemental reconocer que no debe haber muchos blogueros en los fango-al-pecho de este país, y que el acceso a la tecnología, o la posibilidad de cogerla para esto es patrimonio de unos cuantos privilegiados, por mucho trabajo que pasen para conectarse…
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Desde hace algún tiempo quería publicar aquí un fragmento del ensayo “Mirar Cuba hoy: cuatro supuestos para la observación y seis problemas-nudos”, de la investigadora cubana Mayra Espina Prieto.
El trabajo, aparecido en Temas el pasado año, se orienta a sintetizar en varios bloques el complejo haz de conflictos que atraviesan el cuerpo social cubano. Solo presento aquí los llamados problemas-nudos. Acorde con un enfoque complejo de lo social, uno remite a otro, ninguno es la causa última, todos se imbrican y potencian. Por supuesto, que tampoco permiten abordajes parciales. Solo resulta posible manejarlos a través de políticas sistémicas, multidimensionales.


Me pareció que hablaba muy claro, y que expresaba muy bien, como se dice, lo que yo hubiera querido escribir.
El PDF completo del artículo se encuentra aquí. Pero como Temas no tiene un espacio de discusión 2.0… (El 1.0 sí que lo tiene, y suele ponerse caliente los últimos jueves de cada mes.)

Mirar Cuba hoy: cuatro supuestos para la observación y seis problemas-nudos (fragmento)

Por: Mayra Espina Prieto
(Publicado en Temas No. 56: 132-141, octubre-diciembre de 2008)

1. Tecno-buro-politización de la agenda de cambio social. Con este enunciado pretendo significar que la elección de la estrategia de gestión social ha quedado colocada, bajo el supuesto de mayor efectividad y de delegación democrática, en manos de expertos-burócratas (de la política, planificación, economía, dirección, etc.), y el punto de vista de los beneficiarios o participantes-masa (visibilizados en su heterogeneidad), que deberían ser también actores protagónicos de la trasformación, y controladores de sus resultados y del uso de los recursos, queda en un segundo plano, reservado a un nivel consultivo y movilizativo, subordinado a un conocimiento pretendidamente mayor. Todo ello se expresa en hiperestatalización de las relaciones sociales, centralización y verticalismo, paternalismo-autoritarismo, homogenismo distributivo con insuficiente sensibilidad para atender la diversidad de necesidades e intereses heterogéneos (de grupos, territorios, localidades, colectividades laborales, etc.), y suponen procesos de enajenación por déficit de participación real en la toma de decisiones.

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Hubo un tiempo en que me dio por la Filosofía. No aprendí demasiado, pero me divertía mucho complicándole la vida a mis compañeros, buscándole la quinta pata a todos los gatos que nos pasaban por el lado.

Marx, Nietzsche, Sartre, Platón, Foucault, Aristóteles, Berkeley, Hume… No tenía escuela, no tenía bandera. Como un sofista, intentaba ponerlos a todos en bronca,  enlazaba citas que no tenían mucho que ver. Era divertido, expresión y respuesta gozadora a los profesor@s que se esforzaban por ponernos la cabeza mala.

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Ahora que Último Swing ha entrado en una fase de micro «despegue mediático», traigo una entrevista que hicimos la joven realizadora Adriana Fernández y yo a uno de los personajes más sensacionales de la radio cubana. No exagero. Este es uno de los trabajos que más he disfrutado. Las fotos son de Kaloian.

La publicamos en La Gaceta de Cuba, No. 3 de 2008.

Radio Progreso, la onda de la alegría...

Radio Progreso, la onda de la alegría...

SONIDO: PRESENTACIÓN HABITUAL LIGA A AMBIENTE DE CIUDAD EN LA MAÑANA. VESTIBULO DE RADIO PROGRESO
—¿A ver, ¿qué tengo aquí? —prosigue Landy mientras registra sus bolsillos—. Pude haber sacado cualquier cosa pero mira, una jabita de nylon. Está bien para comprar malanga ahora cuando salga, ¡que está más cara que el diablo! Pero la puedo convertir, por ejemplo, en un caramelo —dice al hundir la jaba en su mano, deja fuera una pequeña cresta que acaricia—, o convertirla en un fuego —y estruja, haciendo crepitar, las llamas de polietileno—, o un hombre caminando en la hierba —ahora es más o menos un césped de jardín—, o lograr que suene como maleza —la hierba creció, está a la cintura—, más alta —y se saca un machete de la boca y empieza abrir un sendero en el monte—. Y, miren, ahora junto con el reloj, es un caballo con arreos al galope —del cual nada más falta el caballo, el arreo… en fin—; o un coche… Bueno, no voy a hacer el coche con mi reloj porque se me desbarata.
EFEC: RISAS. PASOS Y ALGUNOS RUIDOS A FONDO (APOYANDO AL NARRADOR)
No vale la pena tratar de describirlo. Hace unos días fuimos a conversar con Orlando Hernández, efectista de Radio Progreso, con el propósito de realizarle una convencional entrevista para la Gaceta. Pero no nos dejó hablar. Landy, en lugar responder nuestras preguntas, nos enseñó cómo se cierran los ojos y se escucha… y nos hizo una buena historia de la radio, el yoga, la creatividad y del sonido más raro que alguien pueda soñar. Sólo lamentamos que no se pueda leer con los ojos cerrados.
SONIDO: ENTRA MÚSICA A FONDO.
Hoy en día casi todo el mundo sabe como funcionan estas cosas, como se hace una película con los making y eso, pero en 1967 era como entrar a un mundo misterioso, en una nave espacial.
Frente a mí tenía una lista de cursos para trabajar en la radio: grabador, musicalizador, editor, realizador de efectos sonoros. Este último parecía una onda estratosférica. Y yo quería ese, que sonaba más raro.

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Hace unos días llegó a mi buzón de email un correo del Decano de mi facultad que, a pesar de anunciar una tarea adicional, me alegraba. El mensaje decía así:

Hoy viernes por la mañana se realizó una reunión con el Ministro Vela, en la que participaron todos los organismos que tienen SUM en la capital: MES, MINED, MINSAP e INDER. El tema central fue la aplicación a los estudiantes de las SUM que se gradúan en 2009 y 2010 de un Diagnóstico en Caligrafía, Ortografía, Redacción e Interpretación. La medida es una de las primeras derivaciones del estudio que se hizo el año pasado bajo la dirección del vicepresidente del Gobierno José R. Fernández. Esta prueba será aplicada nacionalmente, en todos los municipios del país, el sábado 23 de mayo a las 14:00 hs. Es de carácter obligatorio y el que no la apruebe, o no se presente, no se podrá graduar. En la capital, deben tomar parte unos 12500 estudiantes.

Un universitario, evidentemente, tiene que saber escribir. En este caso no se trata de componer un ensayo complejo y estilísticamente depurado. No. Tan solo de hacerle honor a una categoría cultural a la que ingresamos casi todos a la altura de 1er grado: “Alfabetizado”.
Hace algunos años, tuve la oportunidad de impartir clases en uno de los programas de la universalización de la enseñanza, el de formación de enfermeros emergentes. Dos veces a la semana asistía a un políclínico del Romerillo, un barrio “malo” del municipio Playa, para intentar impartir Español Literatura de 10mo grado a unos 20 muchachos cuya edad promedio no llegaba a los 15 años.

Mis enfermeros y yo, al final del curso. Creo que aprendí más de ellos, que ellos de lo que tenía que enseñarles.

Mis enfermeros y yo, al final del curso. Creo que aprendí más de ellos, que ellos de lo que tenía que enseñarles. Como alfabetizador, había fracasado.

Para lograr que aprendieran, se habría necesitado un mago. Y yo no lo era.

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